“El cuerpo habla”... Qué nos enseña la enfermedad.
Dedicado a todas aquellas personas que se sienten dispuestas a caminar, en lugar de sentarse al borde del camino; a todas aquellas que aún sentadas, empiezan a notar la diferencia; y muy especialmente a todos aquellos que aún siguen simplemente “sentados” ...
Definiremos a la enfermedad como la pérdida de la armonía o el trastorno de un orden que hasta ahora habíamos mantenido en equilibrio. La pérdida de esta armonía se produce en la mente, en el plano de la información y el cuerpo solo la pone de manifiesto en forma de síntoma, por eso que un mismo acontecimiento, como puede ser la pérdida de un ser querido, una mudanza o un divorcio, no es tomado por todos los miembros de una familia por igual.
Generalmente cuando se manifiesta un síntoma en nuestro cuerpo, nos llama la atención, interrumpe (muchas veces bruscamente) nuestra vida cotidiana y lo que hacemos es tratar de que desaparezca sin dejar rastro y con la menor molestia. Vamos a compararlo con el siguiente ejemplo: ...En un auto existen luces que nos avisan cuando algo no está funcionando bien, como puede ser la falta de aceite o de agua. Si durante un viaje se enciende una de estas lucecitas, seguramente nos pondremos en alerta y nos veríamos obligados a “parar”. Por más que nos moleste, sería insensato enojarse con la lucecita, ya que su único cometido es informarnos en forma rápida de alguna anomalía que es inaccesible para nuestra percepción. Entonces lo que hacemos es ver a un mecánico para que nos ayude a encontrar el problema, poder solucionarlo y así seguir viaje. Pero realmente nos enojaríamos mucho si el mecánico, para solucionar el problema, solo se limita a quitar la lamparita que se enciende. Lo que debería hacer es ir en busca de la causa del problema en zonas más profundas a fin de averiguar que es lo que no está funcionando o lo que está faltando, para así solucionar definitivamente el problema...
El único objetivo de la señal es avisarnos y hacer que nos preguntemos que ocurre. Lo que en el ejemplo es la señal luminosa, en nuestro cuerpo es el síntoma.
También en nuestro caso, sería absurdo enojarse o tratar de suprimir el síntoma ya que su único cometido es el de avisarnos sobre alguna problemática más profunda que no estamos pudiendo afrontar o que quizás no sepamos que existe en nosotros. Entonces, en lo que debemos trabajar es en eliminar la causa y no simplemente el síntoma.
Cuando comprendemos la diferencia entre enfermedad y síntoma nuestra actitud y la relación con la enfermedad se modifican rápidamente. Dejamos de considerar al síntoma como un gran enemigo, cuya destrucción debe ser nuestro mayor objetivo, sino que encontramos en él, a un aliado que puede ayudarnos a encontrar lo que nos pasa y así vencer la enfermedad.
Esta forma de ver la enfermedad presupone una sinceridad con uno mismo, y una responsabilidad en nuestros actos que muchas veces esquivamos o no estamos dispuestos a llevar adelante. Pero si nuestro propósito es no combatir la enfermedad, sino servirnos de ella, debemos, si o si, ampliar nuestro horizonte.
Los invito a recorrer este camino y hacer un intento más en la búsqueda por estar bien... Gabriela V. Papurello Psicóloga Social Psicoanalítica Especialista en grupos familiares y equilibrio emocional mailto:papurello@tutopia.com